No quiere dormir solo
¡Por supuesto que los
niños no quieren dormir solos! Ni
quieren, ni deben. Los bebés que no están en contacto con el cuerpo de sus
madres, experimentan un inhóspito universo vacío que los va alejando del anhelo
de bienestar que traían consigo desde el período en que vivían dentro del
vientre amoroso de sus madres. Los bebés recién nacidos no están preparados
para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin
sensación de vida. Esta separación del cuerpo de la madre causa más
sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el
vínculo madre-niño. No pasa nada si traemos a los niños a nuestra cama. Todos
estaremos felices. Sólo basta con hacer la prueba para constatar que el niño se
duerme entre sonrisas, que la noche es suave y que no hay nada que pueda ser
contraproducente cuando hay bienestar. Lamentablemente las madres jóvenes
desconfiamos de nuestra capacidad para comprender los pedidos de nuestros
hijos que son inconfundiblemente claros. Circula
socialmente la idea que satisfacer las necesidades de un bebé los
convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el
resultado opuesto al esperado, ya que en la medida que no dormimos cuerpo a
cuerpo con los niños, ni los tocamos, ni los apretamos… ellos van a reclamar
más y más. Pensemos que el “tiempo” para
los niños pequeños aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no
acude, a diferencia de las vivencias dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha
instantáneamente. Ahora la espera, duele.
Si los niños deben esperar demasiado tiempo para encontrar confort en brazos de su madre, se aferrarán con vigor a los pechos,
mordiendo, lastimando o llorando, apenas tengan acceso al cuerpo materno. El miedo será la principal compañía, porque
sabrán que la ausencia de la madre
volverá en cualquier momento a devorarlos. Los niños tienen razón en
reclamar contacto físico ya que son totalmente dependientes de los cuidados
maternos. Tienen conciencia de su estado
de fragilidad y hacen lo que todo niño sano debe hacer: exigir cuidados
suficientes para su supervivencia. La noche es larga y oscura, y ningún niño
debería atravesarla estando solo. ¿Hasta cuándo? Hasta que el niño no lo
necesite más.
Laura Gutman
me encano esta entrada yo pienso igual al principio trate de no meterla en la cama pero despues hasta yo no podia dormir sin ella
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